Ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que visité Olmué. Pero un dato obtenido de esa visita, ha mantenido el recuerdo vivo y para siempre. Aquella vez yo y un grupo de amigos llegamos a Olmué a la hora de almuerzo, en una calurosa tarde de verano. Con hambre en el cuerpo, buscamos un lugar para almorzar en las cercanías de la plaza de armas. Al no encontrar nada abierto, decidimos consultarle a un huaso a caballo que pasaba por ahí:
Nosotros: Señor, señor....disculpe, andamos buscando un lugar para almorzar...conoce alguno por aquí?
Huaso: Si claro, el Conejo.
Nosotros: el Conejo????...es un restaurante??? donde queda???
Huaso: es una picá....siga el camino y pregunte más allá
Ante este nombre tan poco atractivo para almorzar y con más curiosidad que interés, seguimos las instrucciones del huaso y fuimos a parar a una verdadera picada de comida típica chilena. El lugar nos conquistó con su piso de tierra, ramas en el techo, banderitas de colores, manteles de plástico relavado y una antigua pizarra con el menú del día.
El fin de semana recién pasado yo y Roberto volvimos a este lugar, como cada vez que visitamos Olmué. El lugar sigue exactamente igual como hace 10 años (la fotografía lo dice todo) y su comida tan deliciosa y humeante como siempre. Esta vez el menú fue de humitas con chilena para mí y pastel de choclo para él, acompañado de pan amasado y pebre picante. La diferencia esta vez la marcó un cantor con guitarra que se dedicó a cantar canciones de Inti Illimani y Violeta Parra...¿que más típico que esto?
Sin grandes pretensiones más que atender bien y servir una comida que deje contentos a los comensales, este lugar es mi preferido.....(sin mencionar lo barato de la cuenta)
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