Una mañana cálida de septiembre en la que paseamos por las calles de Zurich, luego de un largo viaje en un tren nocturno desde Berlin, nos encontramos con una feria de las pulgas, emplazada en el lugar donde la calle principal de la ciudad se topa con el borde del lago. En esta ordenada feria, con los Alpes nevados enmarcando el paisaje, decenas de suizos vendían artículos usados: ropa, anteojos, discos, libros y revistas, muebles, joyas antiguas, juguetes, zapatos....de todo lo que puede sobrar en las casas. Los paseantes se agolpaban entre los puestos para encontrar el objeto deseado y para regatear su precio. En uno de estos puestos, había una mujer que tenía a la venta pequeñas figuras de porcelana y cerámica. Ahí, entre elefantes y perros, encontramos estos pequeños gatitos, que por un par de euros, nos acompañaron en nuestro viaje de retorno a Chile.
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