viernes, 28 de enero de 2011

Descubriendo el Yoga

Mi hermana practica yoga hace algunos años y siempre trató de convencerme para que yo también me dedicara a está disciplina, a lo que siempre me negué pensando que sería aburrido y lento, dado que estoy acostumbrada a actividades físicas con más movimiento y música. Tenía la idea de que solo se trataba de retorcer mucho el cuerpo a la velocidad de la caída de una pluma. Entonces, y como una gran casualidad, encontré en un libro que estoy leyendo, la siguiente descripción:
"La palabra yoga, que viene del sánscrito, puede traducirse por «unión». La raíz lingüística esyuj, quesignifica «ponerse el yugo»; es decir, dedicarse a una labor con la disciplina de un buey. Y la labor del yoga es hallar la unión: entre la mente y el cuerpo, entre el individuo y su dios, entre nuestros pensamientos y la fuente de nuestros pensamientos, entre el maestro y el alumno...Los primeros maestros del yoga no desarrollaron estos ejercicios para estar en buena forma física, sino
para desentumecer el cuerpo y prepararlo para la meditación. Al fin y al cabo es difícil pasar muchas horas quieto si te duele la cadera, impidiéndote contemplar tu divinidad intrínseca porque sólo puedes pensar:«Caray, cómo me duele la cadera».
A raíz de esto, decidí finalmente acompañar a mi hermana a una clase de prueba.Mi experiencia es la siguiente.
Me encontré con un mundo desconocido, pero grato, lleno de posturas complejas que me dejaron cansada pero sin ningún dolor muscular y bastante relajada, a pesar de los 90 minutos que duró la clase. Me sorprendí con las posibilidades de girar, torcer y elevar el cuerpo y con los dolores extraños que sentí en lugares que creí imposible sentirlos:  una vena del pie, en el  costado interior del codo, en el hueso del pubis, en la palma de la mano, entre otros. Es increíble el calor que genera el cuerpo con los movimientos lentos, pero es un calor diferente que emana desde el interior, que envuelve las extremidades y los órganos vitales.

Por otro lado, los ejercicios van acompañados del uso de implementos inusuales como lo son la colchoneta, que acá se llama mat, ladrillos de madera, cojines tubulares, cinturones, sillas y una mantita.
A parte de las asanas (posturas...algo he aprendido), lo más importante es la meditación, el momento en que tu cuerpo logra o intenta dominar tu mente, por lo que los profesores le dedican varios minutos a esta práctica. Hasta ahora, y luego de 4 clases, aún no logro dominar mi cabeza loca; me es imposible controlar los pensamientos que circulan por ella y por más que intento visualizar la esfera azul que debo tener en el centro de mi pecho (según instrucciones del profesor), ni siquiera logro verla azul, y lo que imagino se parece más a la esfera holliwoodense de la pelicula "El día que la Tierra se Detuvo", que a una imagen relajante. Habrá que dedicarle un poco más tiempo a esto. 
Por ahora no tengo claro si me gusta más el yoga que mis clases típicas de gimnasio, pero seguiré practicándola porque me hace sentir bien y renovada.

Nota: La imagen fue obtenida del blog de uni-versovirtual. El libro que cito es "Comer, Rezar  y Amar" de Elizabeth Gilbert

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