miércoles, 4 de septiembre de 2013

La Herencia de mi Suegrita

La mamá de Roberto, es decir mi suegrita, fue una mujer de familia y de mucho esfuerzo, que luchó siempre para poder sacar adelante a sus 7 hijos. Como su marido trabajaba diariamente en lo que se podía, ella desde su casa, y con la ayuda de una cooperativa de su población, adquirió una máquina de coser para generar ingresos que ayudaran a traer el alimento a su familia. 
Roberto cuenta que sus costuras eran variadas, pero recuerda una gran cantidad de overoles y jeans azules que ella cosía de día y noche, para poder cumplir con la fecha de entrega. Él recuerda de niño haberse despertado en la noche con el ruido de la máquina que no paraba de funcionar.

Cuando los tiempos mejoraron, las costuras solo fueron para la familia y sus necesidades de ropa, hasta que el paso del tiempo hicieron que la máquina terminara arrinconada en algún lugar de la casa.
Muchos años después, cuando la conocí a ella y su historia, le pedí ver la máquina y cual sería mi sorpresa al encontrarme con un hermoso aparato de metal negro adornado con letras doradas dispuesto sobre una mesa de fierro y madera, con un pedal que aún funcionaba. A pesar del polvo y el olvido, la máquina aún mostraba su belleza y yo, no tardé en notarla. Pos supuesto que lo primero que hice fue pedírsela para restaurarla con la clara intención de devolverle el valor que tuvo en las décadas pasadas, pero lamentablemente para mí, ella se negó. Me comentó lo importante que era para ella y lo mucho que significaba por la gran cantidad de recuerdos que le venían a la mente al verla. Ante esto yo no tenía nada que hacer y desistí.
Unos años después, cuando ella falleció, recuerdo haber llegado una tarde a su casa para visitar a don Luis y me llevé una gran sorpresa al ver que la máquina estaba en el patio........esperando.
Esperando por mí. Don Luis me comentó que antes de su muerte ella le había dicho que esa máquina sería para mi una vez que ella ya no estuviera..... y así fue.
Hoy, luego de restaurar la mesa y de ponerle motor a la máquina (mérito de Roberto, debo decirlo) se encuentran en mi casa. La mesa la usamos como tal y la máquina está guardada esperando que alguna costura tenga el privilegio de ser intervenida por esta hermosa belleza de los años 60.

1 comentario:

  1. Nuestros viejos guardan grandes tesoros y cada uno de ellos tiene una historia maravillosa. Al leer tu reflexión lograste transportarme a los años en que mi abuela estaba conmigo; yo era la única que tenía su autorización para revisar un baúl en el que tenía con muchos recuerdos, tesoros para ella. Cada cosa que ahí guardaba tenía su historia y yo boquiabierta disfrutaba de sus narraciones. Alguna vez pensé que eran imaginación de mi abuela, pero con el paso del tiempo me di cuenta que ella me traspasó tanta información familiar con esos recuerdos, que hoy las valoro profundamente. Mi abuela era genial y sabes? .... mi Lala también tenía una máquina de coser de esas que tu hablas y yo también hoy la tengo conmigo ....

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